Ni se ha equivocado de blog, ni esta es una oda al pepino silvestre. Este titulo hace referencia a la obra que en 1962, escribiera Rachel Carson, advirtiéndonos sobre el uso indiscriminado y perjudicial de los pesticidas en los cultivos y en nuestros alimentos.
Este libro, sin duda, fue uno de los pioneros en una lucha que aún hemos de ganar.
No haré una lista de todos los aditivos que han pasado por nuestros alimentos en los últimos cincuenta años. Tampoco es el momento para revindicar unos controles más reales por parte de las administraciones, en los productos que llegan a nuestras cocinas. Aunque si me permitiré dar unos pequeños consejos, para evitar el consumo indiscriminado de alimentos que puedan perjudicar nuestro organismo.
En primer lugar, dar prioridad a los alimentos ecológicos. Sobre todo, las frutas con pepitas y hueso (fresas, uvas, manzanas, melocotones, peras...) Al igual, que las verduras y hortalizas (tomates, pimientos, espinacas, papas, apios...)
Debemos, a la hora de hacer nuestras compras, consumir productos de temporada. Un buen asesoramiento sobre estas frutas y verduras, la tendremos, de forma indiscutible, en los mercados del agricultor. Evitar los intermediarios siempre será una garantía para nuestra salud y nuestra economía.
Antes de consumir los alimentos, es necesario lavarlos bien. Los pesticidas se suelen almacenar en grandes proporciones en la piel de los alimentos, que se mezclan en algunos casos, con una cera liquida, para dar a los alimentos una imagen más brillante y saludable.
Y por último, en las verduras de hojas grandes, es conveniente eliminar las hojas exteriores, que aparte de acumular una proporción de los productos con que son tratados, recogen los metales pesados que viajan por el aire (cadmio, plomo...)
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